lunes, 6 de junio de 2011

EL REALISMO

REALISMO

v Características del Realismo

ü Los autores de la época, en descuerdo con la sociedad que los rodea, pretenden presentarla tal como es; no olvidan los aspectos más agradables de la sociedad, pero tampoco se tapan los ojos ante los más groseros.

ü Los temas que se tratan en las novelas, los cuentos y las obras teatrales son muy variados, y no suelen alejarse de las inquietudes del momento. Se escribe sobre la vida política en la ciudad y sobre el trabajo en el campo. Las acciones se sitúan en los ambientes de los adinerados burgueses y en los bajos fondos urbanos.

ü Las técnicas literarias, y muy especialmente las narrativas, son acordes con los temas tratados. Interesa sobre todo la descripción minuciosa y exacta, de las situaciones y de los personajes. La acción se ambienta en lugares reales, y se entremezclan sucesos históricos.

v LOS GRANDES NOVELISTAS DEL REALISMO

ü Juan Valera (1826-1905): El costumbrismo andaluz es parte inseparable de su obra, que empezó con casi 50 años al publicar Pepita Jiménez (1874). Se trata de la narración - en forma epistolar - del amor de un joven seminarista.

ü Pedro Antonio de Alarcón (1833-1891): Alarcón fue en su juventud, deudor del Romanticismo literario, como lo demuestra en su primera novela, El final de Norma (1855), y la mayor parte de sus relatos breves y sus libros de viajes. Más adelante derivó hacia la llamada novela de tesis, que se manifiesta en El escándalo (1875) -obra que en su momento alcanzó la mayor difusión-, El niño de la bola (1880) y la Pródiga (1882).

ü José María de Pereda (1833-1916): Autor de inolvidables cuadros de costumbres sobre su región cántabra, con las que el género se libera de la excesiva falta de movimiento narrativo que lo caracterizaba hasta entonces para adquirir una gran ligereza. Sus escritos se recopilaron en tomos como por ejemplo: Escenas montañosas (1864), Tipos y paisajes (1871). Pereda nos muestra sus novelas ambientadas en su región de origen: Sotileza (1885), “la epopeya del mar”, Peñas arriba (1895), en la que tipos populares e hidalgos campesinos se unen para glorificar a la montaña cántabra.

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